Cuando digo que hoy en día pertenece a Croacia, lo digo con bastante intención ya que este Estado no ha sido el primero que la ha gobernado. No me quiero enrollar mucho con la historia de la isla pero está bien nombrar un poco los pueblos que la han conquistado anteriormente para así entender el por qué de su arquitectura, sus tradiciones, su gastronomía, etc.
Gracias a yacimientos encontrados en Krk, se puede saber que esta isla lleva habitada desde el Neoítico. Pero su historia más conocida empieza con los Liburnians que debían de ser una tribu de esa región que se vio invadida por los romanos que como solían hacer siempre le cambiaron el nombre a la isla por el de Curicta. Después vendrían los Ávaros y los Bizantinos para terminar perteneciendo a la nobleza croata. Aunque esto tampoco fue el final ya que al estar en el medio de las rutas comerciales de los Venecianos, éstos (que algo de sangre conquistadora tenían) se harían con el poder.
Después pasaría a manos de una familia croata (la cual tomaría el apellido Frankopan como propio) que aguantó hasta que la isla pasó a estar bajo el imperio Austro - Húngaro. Éste período duró hasta la Primera Guerra Mundial. A esta fase se le atribuye parte de la cultura del país. Una vez pasada esta guerra pasará a formar parte de Yugoslavia (en un principio conocido como el Estado de los Eslovenos, Croatas y Serbios) hasta que en 1991 Croacia consigue la independencia y Krk pasa a formar parte de este nuevo Estado.
Para llegar a la isla no hace falta coger ferry ya que se puede acceder a ella por carretera gracias a un magnífico puente de dos arcos y más de un kilómetro de distancia en el que su pila central reposa en la Isla de San Marco, a mitad de camino entre el continente y Krk. Esta primera visión del puente, construido de hormigón, desde el coche que habíamos alquilado, nos auguraba parte de lo que después nos encontraríamos en algunas partes de la isla. Ah, por cierto, para cruzar el puente hay que pagar un peaje por lo que si vais en temporada alta y encima fin de semana, prepararos para las colas de coches esperando para poder cruzarlo.
Para esta entrada no voy a hablaros de todo lo que podéis ver en la isla porque yo no tuve tiempo para conocerlo así que me centraré en los pueblos que visitamos nosotros y los cuales están situados cada uno en un punto cardinal de la isla de Krk.
Al primero al que llegamos y en el cual teníamos los apartamentos alquilados es Malinska, situado en el norte de la isla muy cerca del puente por el que se accede. La sensación que se tiene una vez que llegas a él es que es un pueblo 100% turístico y no por todos los monumentos y lugares que tenga para ver sino por la cantidad de segundas residencias y apartamentos que se alquilan. Sinceramente es el pueblo en el que más tiempo estuvimos pero que menos recorrimos por lo que cosas de interés no os sabría decir aparte del Haludovo Palace Hotel que es un hotel abandonado al que ya le hice una entrada anteriormente.
Lo que si es a destacar de esta población son sus playas, y no por su arena blanca, sino porque son de hormigón (lo mismo había otras zonas de baño que no conocimos) y lo curioso ya no es eso, sino que tengan escaleras para salir del mar. Si no fuese por que el agua es salada, la sensación que tienes es la de estar bañándote en una piscina. Nosotros las llamábamos las playas del futuro.
El segundo pueblo al que fuimos tiene uno de estos nombres impronunciables que tanto les gustan a los croatas, Vrbnik. Es el pueblo que visitamos situado al este de la isla y su ubicación puede que sea una de las cosas que lo caracterizan ya que está en lo alto de un acantilado aunque a decir verdad, este acantilado tampoco es que sea muy alto.
Sobre este pueblo habíamos leído que lo más típico era su vino por lo que una de las noches que estábamos en la isla nos fuimos a cenar allí para visitarlo primero y para probar este vino segundo. La verdad es que malo no debía de estar porque sino lo recordaría.
Aquí si que nos dimos una vuelta por lo que sería el casco antiguo. Éste se compone de un entramado de callejuelas estrechas en las que seguramente que durante los días de mucho calor en verano se siente una ligera brisa fresca por la sombra que se dan unas casas a otras. A mi particularmente me gustó bastante y recomiendo la visita.
El siguiente que visitamos es el que da nombre a la isla, Krk. Es el que estaría al oeste y al ser la capital, es el más grande de todos y por ello el más visitado. Este pueblo (lo llamo pueblo porque me parece pequeño para ser ciudad) es el que mejor conservado está. En él destaca su muralla y el pequeño castillo que un día ocupó la familia Frankopan y los edificios religiosos, entre ellos la catedral y el campanario de la iglesia de San Quirino en el cual la parte superior parece una cebolla con un angelito en el punto más alto.
Este pueblo también tiene un casco antiguo repleto de callejuelas pero a diferencia de Vrbnik, en estas hay muchas tiendas bastante peculiares que están enfocadas directamente al turista.
Como a lo largo de toda la isla, aquí también pueden presumir de tener una gastronomía apasionante aunque nosotros, por dejar de comer un poco de pescado y marisco, decidimos probar uno de los platos típicos de carne, el ćevapčići que son como unas salchichas hechas de carne picada muy especiadas típicas que al parecer podemos encontrar en todos los países de la región de los Balcanes.
Para terminar nuestra ruta por la Isla de Krk, nos fuimos hasta el pueblo que más lejos se situaba de donde nosotros estábamos alojados, Baška. Rodeado de montañas por tres de sus lados y el mar por el otro quizás sea el que más puede alardear de paisajes y vistas. La parte que da al mar no es que sea al mar abierto ya que es una zona en la que se aglomeran muchas islas de menor tamaño que hacen que las aguas en esta zona sean muy calmadas.
Esta zona de la isla también puede presumir de las mejores playas aunque, como pasaba en los anteriores pueblos, nosotros no vimos ninguna que fuese de arena sino por el contrario todas eran de guijarros.
A mi lo que más me gustó de este pueblo es una pequeña iglesia situada en una de las montañas a la que se accede por una carretera estrecha y llena de curvas desde la que se puede observar todo el pueblo y los alrededores. Es curioso observar el cementerio situado junto a ella en el que los muertos pueden presumir de descansar en el lugar con mejores vistas de todo el municipio. Os llamará la atención, si os dais una vuelta por él, observar las fotos situadas en las tumbas.
Sobre este pueblo habíamos leído que lo más típico era su vino por lo que una de las noches que estábamos en la isla nos fuimos a cenar allí para visitarlo primero y para probar este vino segundo. La verdad es que malo no debía de estar porque sino lo recordaría.
Aquí si que nos dimos una vuelta por lo que sería el casco antiguo. Éste se compone de un entramado de callejuelas estrechas en las que seguramente que durante los días de mucho calor en verano se siente una ligera brisa fresca por la sombra que se dan unas casas a otras. A mi particularmente me gustó bastante y recomiendo la visita.
El siguiente que visitamos es el que da nombre a la isla, Krk. Es el que estaría al oeste y al ser la capital, es el más grande de todos y por ello el más visitado. Este pueblo (lo llamo pueblo porque me parece pequeño para ser ciudad) es el que mejor conservado está. En él destaca su muralla y el pequeño castillo que un día ocupó la familia Frankopan y los edificios religiosos, entre ellos la catedral y el campanario de la iglesia de San Quirino en el cual la parte superior parece una cebolla con un angelito en el punto más alto.
Este pueblo también tiene un casco antiguo repleto de callejuelas pero a diferencia de Vrbnik, en estas hay muchas tiendas bastante peculiares que están enfocadas directamente al turista.
Como a lo largo de toda la isla, aquí también pueden presumir de tener una gastronomía apasionante aunque nosotros, por dejar de comer un poco de pescado y marisco, decidimos probar uno de los platos típicos de carne, el ćevapčići que son como unas salchichas hechas de carne picada muy especiadas típicas que al parecer podemos encontrar en todos los países de la región de los Balcanes.
Para terminar nuestra ruta por la Isla de Krk, nos fuimos hasta el pueblo que más lejos se situaba de donde nosotros estábamos alojados, Baška. Rodeado de montañas por tres de sus lados y el mar por el otro quizás sea el que más puede alardear de paisajes y vistas. La parte que da al mar no es que sea al mar abierto ya que es una zona en la que se aglomeran muchas islas de menor tamaño que hacen que las aguas en esta zona sean muy calmadas.
Esta zona de la isla también puede presumir de las mejores playas aunque, como pasaba en los anteriores pueblos, nosotros no vimos ninguna que fuese de arena sino por el contrario todas eran de guijarros.
A mi lo que más me gustó de este pueblo es una pequeña iglesia situada en una de las montañas a la que se accede por una carretera estrecha y llena de curvas desde la que se puede observar todo el pueblo y los alrededores. Es curioso observar el cementerio situado junto a ella en el que los muertos pueden presumir de descansar en el lugar con mejores vistas de todo el municipio. Os llamará la atención, si os dais una vuelta por él, observar las fotos situadas en las tumbas.
que bueno! No sabia sobre su historia y es realmente interesante. Yo tambien estuve hace unos años en Vrbnik (a mi fue lo que mas me gusto) y recuerdo que en el casco antiguo encontramos un hombre super mayor que se dedicaba a hacer carracas de madera y venderlas a los turistas. Bueno estuve como dos horas con el hombre este que me enseño su pueblo sin que compartieramos ningun idioma :)
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