Para ir hasta la zona donde se encuentra ubicada decidimos coger el tranvía de la línea 15 aunque también se podía llegar hasta ella en los autobuses 27, 28, 29, 43, 49, 51 y 112. Nos tocó caminar un poco pero al final encontramos la Torre a orillas de la desembocadura del río Tajo formando una imagen espectacular en la que el mar, el cielo y la Torre aparecían formando una postal idílica.
Este monumento fue declarado por la Unesco en 1983 como Patrimonio de la Humanidad por su gran valor histórico y por ser uno de los máximos exponentes de la arquitectura manuelina.
A partir de otra elección completamente distinta a la de la Unesco, la Torre de Belém pasó a formar parte de las 7 Maravillas de Portugal elegidas en 2007 por los portugueses mediante una votación en la que en un principio había 793 monumentos nacionales.
La Torre de Belém fue mandada construir por Manuel I a principios del siglo XVI al arquitecto Francisco de Arruda cuando Portugal era uno de los imperios más importantes a nivel marítimo en lo que al Océano Atlántico se refiere. Esta torre servía de punto de partida de muchos de los viajes realizados por los portugueses y también como torre de vigilancia para la defensa de la ciudad de posibles ataques, de ahí el baluarte creado en la parte inferior para la colocación de los cañones. Cuando su utilidad defensiva se quedó en un segundo plano, pasó a utilizarse como prisión, centro de recaudación de impuestos y faro.
La torre se compone de cinco plantas, A éstas se las conoce como Sala del Gobernador, Sala de los Reyes, Sala de Audiencias, Capilla y Terraza (de la inferior a la más alta).
A mi me sorprendió bastante la blancura de la piedra con la que está construida (imagino que no llevaría mucho tiempo sin limpiarse porque al estar tan cerca del mar es raro que la conserve) y los detalles que en su fachada se pueden apreciar sobre todo las cuerdas esculpidas en la piedra.
El acceso a la Torre de Belém no es caro, creo que a fecha de hoy sale por unos 4 € la entrada normal, pero nosotros no entramos porque había un par de grupos y no teníamos tiempo para entretenernos en colas asique dejo que descubrais vosotros el interior por vuestra cuenta.
Una cosa curiosa de cuando fuimos es que en la fachada habían colocado como unos globos gigantes que no tengo ni idea de que significaban y que, a mi parecer, estropeaban un poco las fotos, pero que le vamos a hacer.
Maqueta de la Torre de Belém
Que guay!! la verdad que a mi Lisboa no me gustó mucho...pero Belem me encantó... y los pastelitos!!
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