Este licor está hecho a base de la fermentación del arroz. Es por ello que se cree que sus orígenes estén en China aunque ésta es sólo una teoría. Otra teoría es la que cuenta que al llegar los cultivos húmedos de arroz a Japón, estos empezaron a fermentarse gracias a la aparición de un moho que ayudaba en el proceso. En sus orígenes lo que hacía la gente era masticar el arroz y después escupirlo en un barril, gracias a este gesto que hoy nos parece bastante antihigiénico y desagradable, conseguían que las enzimas de la saliva convirtiesen el almidón del arroz en azúcar creando así una pasta dulce que mezclaban con arroz recién cocido. A esta mezcla es a la que dejarían fermentar de nuevo dando lugar a una especie de papilla bastante dulce y baja en alcohol.
El sake que conocemos hoy en día se lo debemos a la investigación de métodos bastante desarrollados a lo largo de muchos siglos. Esto se puede observar en los procesos de producción durante los cuales se han ido depurando mucho las técnicas y los componentes utilizados para la fermentación del arroz aunque en el fondo tampoco se diferencia tanto y os explico el porqué.
A diferencia de otras bebidas alcohólicas producidas por medio de la fermentación de su componente básico como puede ser la cerveza, el sake necesita de un moho para desarrollar este proceso. A este moho se le conoce por koji-kin (Aspergillus oryzae) y se cultiva directamente sobre el arroz cocido.
Una vez que el moho se ha desarrollado encima del arroz, se le mezcla dentro de un depósito con más arroz cocido, agua y levadura. Este punto es lo que diferencia al sake de las demás bebidas alcohólicas y es que al unir estos componentes se desarrollan dos procesos de forma instantánea, la sacarificación por parte del moho y la fermentación por parte de la levadura.
El sabor que podemos degustar al beberlo ya no es tan dulce y el contenido de alcohol también se ha visto incrementado.
Aunque al probarlo nos pueda parecer algo fuerte, el sake no pasa de los 20º siendo los comprendidos entre 14º y 16º los más consumidos.
A la hora de tomarlo se puede beber frío, del tiempo o caliente. Mi preferido es el frío pero quizás es porque toda bebida alcohólica si se toma fría el sabor no es tan fuerte aunque he de decir que lo he probado de las tres formas y ninguna llega a ser desagradable.
Para calentarlo existen una especie de jarritas de barro que suelen venir acompañadas de unos vasitos típicos también de barro utilizados para beber exclusivamente este tipo de bebida. El sake se pondrá dentro de la jarra y se meterá en una cacerola al baño maría llegando a calentarlo a una temperatura comprendida entre 36 y 40 ºC.
Algunos de los factores que determinan la forma de consumirlo son las estaciones del año y el tipo de comida que vaya a acompañar. Respecto a las estaciones del año es típico el beberlo caliente en invierno y frío en verano, como es lógico.
El sake, se puede decir que es una bebida tradicional donde las haya y como tal es utilizada por los japoneses en casi todos los momentos especiales de sus vidas. Estos pueden ir desde la celebración del año nuevo pasando por el momento de festejar la mayoría de edad de alguien hasta llegar a consumirlo en festivales y victorias deportivas.
Pero quizás el momento más solemne es cuando se consume en los rituales sintoístas lo cual se asemeja un poco al consumo de vino en las misas católicas. Es curioso ver a la entrada de los santuarios pilas de barriles ofrecidos por las distintas fábricas en los que se pueden observar los logos de cada una de ellas. Por cierto, hay muchísimas fábricas distintas de sake repartidas por todo Japón.
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