No era mi intención cuando llegué a Copenhagen visitar un cementerio, lo primero porque no iba a tener el tiempo suficiente para ello y lo segundo porque no sabía dónde podía estar el más antiguo de la ciudad que suele ser el que más me puede interesar a mi. Pues por suerte o por desgracia para mi planificación, justo al lado del hostel en el que me alojaba (no están pared con pared para los que a estas cosas les pueda dar un poco de mal rollo) se alzaba la tapia del Assistens Kirkegården.
Se encuentra en el distrito de Nørrebro y fue inaugurado en el año 1760 como lugar en el que poder enterrar a los pobres que no tenían cabida en los cementerios situados en el interior de las murallas de la ciudad vieja. Este cementerio conseguiría su esplendor en la primera mitad del siglo XIX cuando muchos personajes importantes del mundo de la cultura, el arte, la ciencia, etc. decidieron que querían ser enterrados en esta necrópolis. Los más conocidos son el escritor danés Hans Christian Andersen y el filósofo también danés Søren Kierkegaard.
Hay varias cosas que quizás en muchos países no se ve bien o no se entiende que se hagan dentro de un cementerio por ser éstos lugares de reposo de nuestros difuntos. A lo que me refiero con esto son las actividades que pueden llevar a cabo las personas vivas como por ejemplo ir a parear, montar en bici, sacar al perro, correr, etc.
A mi la primera vez que vi en un cementerio a alguna persona realizando alguna de estas cosas me sorprendió muchísimo pero hoy en día, y después de haber visitado bastantes cementerios por toda Europa, ya lo veo de lo más normal y hasta me gusta la idea.
Pues el Assistens Kirkegården era un sitio donde en el siglo XVIII se puso de moda entre los ciudadanos daneses el ir con la cesta de picnic a disfrutar de un día apartados del ajetreo que se da en las ciudades. Un poeta sueco llamado Carlos Augusto Nicandro escribió estas palabras sobre este cementerio después de visitarlo:
"Para poder disfrutar de otra celebración más suave, más tranquilo, salí una noche a través de Nørre Puerto (la Puerta del Norte) hasta el cementerio de los llamados Assistens. Sin duda, es uno de los cementerios más hermosos de Europa. Árboles frondosos, caminos oscuros, brillantes extensiones de flores abiertas, los templos a la sombra de los álamos, las tumbas de mármol dominadas por sauces llorones, y las urnas o cruces envueltas en grandes extensiones de rosas, la fragancia y el canto de los pájaros, transforman este lugar de la muerte en un pequeño paraíso"
Pero en el Assistens Kirkegården se les fue un poco de las manos esto de los picnic dentro del cementerio ya que la gente en esas reuniones montaba bastante escándalo debido al alcohol ingerido y a la gran afluencia de público para ver tocar la música que surgía dentro del cementerio.
Para evitar que todo esto se les fuese aún más, una comisión decidió prohibir a principios del siglo XIX que dentro de los muros del cementerio se consumiese cualquier tipo de alimento o bebida y las actividades festivas por respeto a los difuntos que allí estaban enterrados. Esto costó llevarlo a cabo porque los propios sepultureros se encargaban de vender el alcohol a los que hasta allí se acercaban.
Hoy en día cuando se visita este cementerio ya no se encuentran grupos de gente divirtiéndose al compás de una guitarra y pasando unas botellas de cerveza pero la sensación de tranquilidad, el encontrarte en medio de la naturaleza gracias a todos los árboles y arbustos que rodean las tumbas y encima poder ver las distintas tumbas de distintas épocas, hacen que esta necrópolis merezca la pena visitarla.
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