Con el título algunos os preguntareis, ¿pero la sirenita no está en Copenhague?, y tendréis toda la razón. Lo que mucha gente no sabe (yo hasta que no fui a Varsovia tampoco lo sabía) es que esta Sirenita de Copenhague tenía una hermana que es de la que me dispongo a hablar.
Bueno la leyenda comienza cuando las dos hermanas cansadas de estar en las profundidades de las frías aguas del mar Báltico deciden comenzar una aventura gracias a la cual pretendían encontrar un sitio en el que ver a los humanos para después contárselo a los de su especie.
La primera y más conocida decidió alejarse hasta las costas de Dinamarca donde hoy la podemos encontrar a la entrada del puerto de Copenhague.
La otra sirena, en la que hoy me centro, llegó hasta Gdansk, ciudad del norte de Polonia cercana a la desembocadura del río Vístula. La misma curiosidad que la había llevado a alejarse de los suyos la hizo remontar el río para ver que se encontraba. Cuando el agotamiento la pudo, salió del agua para descansar en una zona arenosa en la que había una aldea de pescadores que un día llegaría a ser la ciudad que hoy conocemos como Varsovia. El lugar la gustó tanto que decidió quedarse allí. Además estaría entretenida con los pescadores a los cuales observaría cuando estuviesen trabajando.
Encontró una actividad para divertirse que a los pescadores no les hacía demasiada gracia y es que cuando éstos echaban las redes para capturar los peces, la sirena creaba olas en el río por las cuales a los pescadores se les escapaban los peces y encima se les enredaban las redes dificultando así mucho su trabajo.
Esto no podía seguir así por lo que los pescadores decidieron capturarla pero no contaron con las capacidades que tenía la sirena para dejarlos como hipnotizados y es que aparte de poseer una gran belleza, la sirena cuando entonaba sus cantos les hechizaba dejando a los pobres pescadores enamorados.
Un día apareció un ambicioso mercader dispuesto a capturarla para recorrer con ella todos los mercados de la región como reclamo para aumentar sus ventas gracias a la curiosidad que la sirena causaría en la gente. Para llevar a cabo su plan se tapó los oídos por lo que los cantos de la sirena Szawa, que así se llamaba, no sirvieron para cautivar al mercader y este consiguió lo que quería.
La pobre sirena lloraba encerrada en la jaula en la que el mercader la llevaba encerrada de un sitio a otro y un día un joven pescador llamado War la escuchó y se compadeció de ella. Junto con unos amigos consiguió liberarla y la sirena en agradecimiento decidió quedarse a vivir allí y defenderles siempre que tuvieran problemas. Por este motivo se la representa con una espada y un escudo y simboliza la defensa de la ciudad.
Del nombre de los protagonistas de esta leyenda proviene el nombre de la capital polaca, War-Szawa, a la que nosotros conocemos como Varsovia. La leyenda de la sirena también ha dado a la ciudad un símbolo que aparece tanto en el escudo de la ciudad como en papeleras, bolardos, etc.
Hoy podemos observar la estatua de la sirena sobre una fuente de la que de vez en cuando brota agua haciendo un ruido que asemeja el de las olas al romper. Está situada en el centro de la plaza del mercado del casco antiguo de la ciudad.
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